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Anuncio de pruebas nucleares de Trump: ¿Más retórica que realidad?

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Anuncio de pruebas nucleares de Trump: ¿Más retórica que realidad?

Las recientes declaraciones del expresidente Donald Trump que sugieren una reanudación de las pruebas de armas nucleares en Estados Unidos han generado preocupación y confusión. Si bien anunció planes para “comenzar a probar nuestras armas nucleares”, los expertos creen ampliamente que las detonaciones reales son poco probables, citando la falta de necesidad científica, la posible desestabilización de la paz global y posibles protestas internas. Sin embargo, incluso si no se cumple, el anuncio pone de relieve preocupaciones más profundas sobre una posible erosión de los esfuerzos de control de armas nucleares.

El contexto de la declaración de Trump

Trump anunció el cambio de política en Truth Social, afirmando que las pruebas comenzarían “en igualdad de condiciones” debido a los programas de “otros países”. Esta declaración ha sido recibida con escepticismo y perplejidad, ya que ninguna nación está detonando activamente bombas nucleares. Si bien Rusia ha demostrado drones y misiles de propulsión nuclear, no se trata de detonaciones nucleares en sí mismas.

Históricamente, ha habido una tendencia a una mayor actividad en los sitios de pruebas nucleares en todo el mundo en respuesta a las tensiones geopolíticas. Sitios en la región china de Xinjiang, el archipiélago ruso del Océano Ártico y el desierto de Nevada en Estados Unidos han sido objeto de esfuerzos de modernización. Esto llega en un momento en que varios tratados nucleares clave están expirando o ya han caducado, creando un entorno potencialmente inestable.

Una historia de pruebas nucleares y acuerdos existentes

Tras la primera detonación estadounidense, Trinity, en 1945, se realizaron más de 2.000 pruebas nucleares antes del Tratado de Prohibición Limitada de Pruebas Nucleares de 1963, que prohibía las pruebas en la atmósfera, bajo el agua y en el espacio exterior. En 1996 siguió el Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares (TPCE), cuyo objetivo era detener también todos los ensayos subterráneos, aunque nunca ha sido ratificado formalmente.

India y Pakistán realizaron pruebas en 1998, y Corea del Norte sigue siendo la única nación que ha probado un arma nuclear en el siglo XXI, con su última prueba en 2017. Estados Unidos no ha realizado una prueba nuclear desde 1992.

Por qué es poco probable que se realicen pruebas reales

Los expertos creen abrumadoramente que un retorno a los ensayos nucleares es improbable debido a las capacidades avanzadas de las simulaciones físicas modernas. El gobierno de Estados Unidos opera dos de las supercomputadoras más poderosas del mundo, que se utilizan para garantizar la efectividad del disuasivo nuclear sin pruebas físicas.

Además, muchos enfatizan la falta de beneficio científico. John Preston, de la Universidad de Essex, sostiene que el anuncio podría ser “retórica trumpiana” sin intención real de detonar armas. Incluso si se llevara a cabo, tal medida sería una escalada simbólica carente de sustancia.

Implicaciones potenciales para la estabilidad global

La reanudación de los ensayos nucleares podría tener consecuencias de largo alcance. Christoph Laucht, de la Universidad de Swansea, advierte que podría desencadenar un “nuevo tipo de carrera armamentista nuclear”, ya que los acuerdos existentes como el nuevo tratado START están a punto de expirar. Además, corre el riesgo de que otras naciones reanuden sus propios programas de pruebas y podría provocar protestas de ciudadanos y grupos ambientalistas preocupados.

Sara Pozzi, de la Universidad de Michigan, considera que la reanudación de las pruebas es perjudicial para la estabilidad global y socava el progreso en el control de armas. En cambio, aboga por que Estados Unidos dé el ejemplo en la prevención de la proliferación nuclear.

La posibilidad de una mala interpretación

Nick Ritchie, de la Universidad de York, sugiere que Trump podría estar refiriéndose a probar tecnología de lanzamiento nuclear –como misiles– en lugar de las ojivas mismas. Si ese es el caso, la confusión surge del hecho de que estas tecnologías se prueban de forma rutinaria, junto con las de los aliados de la OTAN. De todos modos, la vaga comunicación se suma a la incertidumbre que rodea la política nuclear de Estados Unidos.

En última instancia, si bien la perspectiva de detonaciones nucleares reales es baja, el anuncio subraya una preocupación más amplia: que incluso gestos aparentemente simbólicos puedan socavar décadas de esfuerzos para controlar la proliferación de armas nucleares y promover la estabilidad global.

En conclusión, el reciente anuncio de Trump probablemente sea más retórica política que un preludio a pruebas nucleares reales, pero sus implicaciones se extienden al frágil panorama del control global de armas nucleares, destacando la necesidad de una comunicación clara y un compromiso sostenido con los esfuerzos de desarme. Incluso si la perspectiva de pruebas explosivas sigue siendo improbable, la vaguedad del anuncio amenaza con desestabilizar los tratados nucleares existentes y potencialmente alentar a otras naciones a seguir sus propios programas de pruebas.

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