Las abejas antiguas construyeron nidos dentro de fósiles de animales: un nuevo descubrimiento

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Los paleontólogos han desenterrado el primer caso conocido de abejas antiguas anidando dentro de restos fosilizados de vertebrados. Este notable descubrimiento, publicado hoy en Proceedings of the Royal Society B Biological Sciences, arroja luz sobre la adaptabilidad y los comportamientos sorprendentes de estos insectos durante milenios. Los rastros de fósiles se encontraron en un depósito de cueva del Cuaternario tardío en la isla Hispaniola, lo que revela que las abejas construyeron células de cría individuales dentro de las cavidades de los huesos de los animales.

Una estrategia de anidación única

El estudio, dirigido por el paleontólogo del Field Museum, Lázaro Viñola López, detalla el descubrimiento de estructuras denominadas Osnidum almontei : formaciones de sedimentos suaves y cóncavas dentro de las cavidades dentales vacías de las mandíbulas de mamíferos fosilizados. Estas formaciones no eran acumulaciones aleatorias de tierra; coincidían con la forma y estructura de los nidos de barro creados por algunas especies de abejas en la actualidad, e incluso contenían antiguos granos de polen, alimento que quedaba para las larvas en desarrollo.

Los investigadores utilizaron tomografías computarizadas para examinar los fósiles sin dañarlos, lo que confirmó que las estructuras de sedimento fueron construidas deliberadamente por las abejas. Estos pequeños nidos, más pequeños que la goma de un lápiz, parecen haber sido construidos con una mezcla de saliva y tierra.

¿Por qué anidar en los huesos?

Los investigadores plantean la hipótesis de que este comportamiento inusual surgió de una combinación de factores ambientales. El terreno calizo de esta región carece de una amplia cobertura de suelo, lo que podría obligar a las abejas a buscar sitios de anidación alternativos. La cueva en sí sirvió como hogar multigeneracional para los búhos, quienes depositaron innumerables huesos a través de bolitas regurgitadas, lo que proporcionó un suministro fácilmente disponible de cavidades para anidar prefabricadas.

Los huesos probablemente ofrecían protección contra los depredadores, como las avispas, que de otro modo podrían atacar las larvas de abeja. Este comportamiento es especialmente notable porque la mayoría de las especies de abejas son solitarias y ponen huevos en pequeñas cavidades en lugar de construir grandes colonias como las abejas melíferas o las avispas del papel.

Implicaciones e investigaciones futuras

Se desconoce la especie exacta de abeja responsable de estos nidos, ya que no se encontraron cuerpos de abejas conservados. Sin embargo, las estructuras de nidos únicas han sido clasificadas como Osnidum almontei, el nombre del científico que descubrió la cueva por primera vez.

El descubrimiento subraya lo poco que todavía entendemos sobre la ecología de las abejas, particularmente en regiones poco estudiadas como las islas del Caribe. También destaca la importancia de un análisis cuidadoso de los fósiles: lo que puede parecer una acumulación natural de sedimentos podría ser evidencia de antiguas adaptaciones de comportamiento.

“Este descubrimiento muestra lo raras que pueden ser las abejas, pueden sorprenderte. Pero también muestra que cuando miras fósiles hay que tener mucho cuidado”, afirmó el Dr. Viñola López.

Esta investigación desafía nuestras suposiciones sobre el comportamiento de los insectos y demuestra el ingenio de las abejas para explotar oportunidades de anidación no convencionales. Los hallazgos enfatizan aún más el valor de la investigación paleontológica para revelar las historias ocultas de la vida en la Tierra.