Los astrónomos finalmente han vislumbrado definitivamente una eyección de masa coronal (CME) en erupción desde una estrella más allá de nuestro sol, proporcionando nuevos conocimientos vitales sobre el comportamiento estelar y los peligros potenciales para la vida en planetas distantes. Esta innovadora observación fue posible gracias al uso de radiotelescopios terrestres y observatorios de rayos X espaciales para rastrear una enorme nube de plasma magnetizado expulsado de una estrella llamada StKM 1-1262, ubicada a 130 años luz de distancia.
Las CME, al igual que los dramáticos estornudos estelares, ocurren cuando poderosas tormentas en la superficie de una estrella arrojan enormes burbujas de plasma al espacio. Estas erupciones nos son familiares aquí en la Tierra como fuente de auroras: las hermosas cortinas brillantes que danzan en nuestros cielos polares. Sin embargo, si se examinan más de cerca, las CME pueden ser increíblemente destructivas, despojando las atmósferas de planetas que carecen de escudos magnéticos robustos como Venus.
Durante décadas, los astrónomos habían sospechado que las estrellas distantes también producían CME basándose en indicios sutiles obtenidos de las observaciones. Sin embargo, lucharon por demostrar definitivamente si este material realmente escapó de la atracción gravitacional y magnética de la estrella, o simplemente surgió hacia arriba antes de ser atraído nuevamente por estas poderosas fuerzas.
Este nuevo estudio, dirigido por Joseph Callingham en el Instituto Holandés de Radioastronomía, utilizó el radiotelescopio Low Frequency Array (LOFAR) en los Países Bajos para detectar una ráfaga de ondas de radio que emanaban de la CME mientras viajaba por el espacio. La presencia de estas señales específicas sugiere que la eyección se había liberado con éxito del agarre de StKM 1-1262.
Para confirmar aún más sus hallazgos, el equipo también utilizó datos del telescopio de rayos X espacial XMM-Newton para analizar meticulosamente la temperatura, la velocidad de rotación y el brillo de la estrella. Estas mediciones proporcionaron un telón de fondo crucial para comprender la dinámica y los orígenes de la CME.
Callingham enfatiza que si bien observaciones anteriores insinuaban la aparición de CME en estrellas distantes, estos nuevos datos proporcionan evidencia irrefutable. “Podríamos argumentar que hemos tenido pistas durante 30 años, y eso es cierto”, explica, “pero nunca lo demostramos explícitamente. Estamos diciendo que la masa ha sido expulsada, se ha perdido de la estrella, y eso siempre ha sido un debate en la literatura”.
Este descubrimiento tiene profundas implicaciones para comprender cómo evolucionan las estrellas e interactúan con su entorno. Anthony Yeates, astrofísico de la Universidad de Durham en el Reino Unido, destaca la importancia de incorporar este conocimiento en modelos que evalúen la habitabilidad potencial de los exoplanetas, es decir, planetas que orbitan alrededor de estrellas distantes. “Si hubiera un exoplaneta, habría sido bastante catastrófico para cualquier vida en él”, advierte, haciendo referencia al impacto potencialmente devastador de una explosión de radiación tan poderosa en un planeta cercano.
Este descubrimiento histórico abre nuevas vías para la exploración en astrofísica estelar y ciencia planetaria, lo que lleva a los científicos a examinar con renovado vigor la frecuencia e intensidad de las CME de estrellas distantes. Sin duda, esta investigación en curso arrojará más luz sobre la vida turbulenta de las estrellas y su posible influencia en la formación y evolución de la vida en todo el cosmos.
